miércoles, 5 de octubre de 2011

EL UNIVERSO LITERARIO DE "LOS SIMPSON".


A diferencia de otras series, Los Simpson no evita las alusiones literarias por miedo a ofender a su auditorio (en México, contar un chiste que no busca la risa unánime es casi cometer un acto de discriminación). Los guionistas de la más célebre familia televisiva en el planeta no sólo han ejercido una de las más inteligentes críticas sobre el estilo de vida americano sino que lo han hecho valiéndose de toda clase de referencias. Lo mismo históricas (de Washington a Nixon a una enmienda constitucional parlante), que cinematográficas (de Hitchcock a Kubrick a David Lynch y cantidad de blockbusters), televisivas (de Seinfeld a los Monty Python, sin olvidar los chistes contra su propia cadena, la Fox) y musicales (de Pérez Prado a los Rolling Stones, de Tito Puente a los cada vez más reales Spinal Tap).

¿Finalmente no somos todos inquilinos de nuestra propia época y estamos hechos igualmente de música, literatura, televisión e historia?

Concentrándonos incluso únicamente en los libros, es fascinante descubrir lo literario que llega a ser el universo amarillo de Springfield. Autores pasean entre capítulos como entre festivales de letras; se parodian novelas, se cita subrepticiamente a Shakespeare (quien también aparece como un zombi en un capítulo de terror). Acá John Updike es el escritor detrás de las memorias del payaso Krusty, allá los niños del pueblo se pierden en una isla y viven una historia similar a El Señor de las moscas de William Golding.

Un curso sobre literatura podría girar en torno a los libros y autores que han sido parodiados, mencionados o que han prestado sus propias voces al programa. Si todo intento de organizar la literatura se sustenta en el arbitrio (la época, la nacionalidad, el género literario), ¿por qué no partir de un centro común como Los Simpson para hablar de ella? Van unos cuantos ejemplos:

Saul Bellow. Bart y Lisa engañan al rabino Krustofsky diciéndole que tendrá un encuentro con el novelista judío Saul Bellow, cuando en realidad el encuentro es con su hijo, el payaso Krusty.

Lewis Carroll. Lisa está a las afueras de la biblioteca en época de veraneo. De los libros salen personajes que la invitan a entrar al lugar. Alicia le advierte: “¡Es una trampa! ¡Corre, Lisa!”, mientras el Sombrerero Loco la amaga con un arma. Lo excepcional de la escena es que los dibujos están tomados de los grabados que John Tenniel hiciera para la edición original de 1865 de Alicia en el País de las Maravillas.

Agatha Christie. Para pensar en cómo descubrir al autor del disparo contra el señor Burns, el jefe Gorgory lee los Diez cuentos triviales de Agatha Christie.

Bret Easton Ellis. Después de volverse millonario con su traductor de bebés, el tío Herb le regala a Lisa una colección de Grandes Libros que ella recibiría cada mes. Se trata de una serie que abarca lo mejor de la literatura y cuyo título más antiguo es el poema épico Beowulf y el más reciente, Menos que cero de Bret Easton Ellis.

William Faulkner. El cantinero Moe cuenta que el autor de El ruido y la furia escribía gags para el programa cómico “La pandilla” (“The Little Rascals”), donde él participaba antes de matar al Alfalfa original. La afirmación no carece de sustento porque Faulkner tuvo una etapa como escritor de guiones en Hollywood. “William Faulkner podía escribir rutinas de caño de escape que te hacían pensar”, dice el cantinero.

Gabriel García Márquez. Marge Simpson imagina un romance épico con un capitán fornido, mientras lee una novela llamada El amor en los tiempos del escorbuto.

Allen Ginsberg. Bart destruye el centro de mesa de Lisa y provoca un conflicto familiar. La niña para tranquilizarse escribe su propia versión de “Howl”: “He visto las mejores comidas de mi generación destruidas por la locura de mi hermano. Mi alma deshojada por demonios de pelos puntiagudos”.

Norman Mailer. 1. Ante la prohibición de su padre para ver Itchy & Scratchy. La película, Bart lee la trama del filme novelada por Norman Mailer. “No es lo mismo”, dice y tira el libro a la basura. El libro es tan voluminoso que compacta los desperdicios del bote.

2. Bart le plantea a la niñera Shary Bobbins qué haría si lo encontrara ojeando la revista para adultos Playdude. Ella responde que lo obligaría a leer todos los artículos de la revista, “incluyendo el de Norman Mailer sobre su libido en caída”. Homero se impresiona: “Es ruda”.

George Plimpton. El legendario editor del Paris Review es el conductor de la olimpiada de deletreo donde Lisa participa.

Edgar Allan Poe. 1. El doctor Nick Riviera aplica Spiffy “el quitamanchas del siglo XXI” a la lápida de Edgar Allan Poe. “‘¡Qué brillo!’, dijo el Cuervo”, exclama Troy McClure, conductor del programa.

2. Juan Topo (en inglés Hans Moleman) transporta la casa de Poe, antes de salirse de la carretera y provocar un incendio.

3. Allison Taylor, la rival de Lisa en el salón, hace un diorama del cuento “El corazón delator” para el concurso escolar.

4. Homero, Bart y Lisa ven el programa de televisión “Colapso de edificios” que muestra una serie de construcciones al momento de derrumbarse; la última residencia dice en su exterior “La casa de Usher” y Homero comenta: “No pensé que se caería”.

5. El primer Especial de Noche de Brujas de los Simpson incluye una célebre parodia de “El cuervo” (una extraordinaria lección de literatura, sobre todo en su idioma original).


Thomas Pynchon. El esquivo autor de El arcoiris de gravedad (no aparece en público, no da entrevistas y apenas se conoce una foto suya) se niega a escribir la reseña para la contraportada de la novela de Marge. “Pynchon ama este libro casi como ama las cámaras”, dice por teléfono ante la petición de un comentario promocional. Segundos después, el escritor aparece con una bolsa de papel sobre la cabeza junto a un letrero luminoso que anuncia “Casa de Thomas Pynchon. Entre”.

Gertrude Stein. La muñeca que propone Lisa para competir con la muy vendida pero llena de estereotipos Stacy Malibú, tendría la inteligencia de la escritora Gertrude Stein, el ingenio de Cathy Guisewite (creadora de la historieta “Cathy”), la tenacidad de Nina Totenberg (una respetable periodista), el sentido común de Elizabeth Cady Stanton (luchadora por los derechos de la mujer en el siglo XIX) y la belleza práctica de Eleanor Roosevelt (una de las mujeres más influyentes del siglo XX norteamericano).


John Steinbeck. Nelson presenta un diorama inspirado en la novela Las uvas de la ira. Señala las uvas de una mesa (“Acá están las uvas”) y les da un mazazo bañando a los jurados (“¡Y acá está la ira!”).

Mark Twain. Montgomery Burns posee la única foto de Mark Twain desnudo.

Gore Vidal. Lisa se da cuenta que no tiene amigos. Cuando Marge le pregunta si invitaría a alguna amiga para el verano, ella responde: “¿Amigos? Estos son mis únicos amigos (señala la contratapa de un libro). Adultos como Gore Vidal, aunque besó más chicos que los que besaré yo”. “Niñas, Lisa”, corrige nerviosamente su mamá, “los niños besan niñas”.

Eudora Welty. La novelista norteamericana y el crítico de cine Jay Sherman son los únicos premios Pulitzer que pueden eructar tan fuerte como para ganar el trofeo que otorga la taberna de Moe.

Walt Whitman. La tumba que siempre creyó Homero que era de su madre resultó ser de Walt Whitman. Tras descubrirlo, Homero patea la lápida mientras grita lleno de ira: “¡Leaves of grass, my ass!”.

Tennessee Williams. Marge representa a Blanche DuBois y Ned Flanders a Kowalski en el montaje hecho en Springfield de Un tranvía llamado Deseo.

Ludwig Wittgenstein. Los investigadores Mulder y Scully le preguntan a Homero qué estaba haciendo la noche en que vio un extraterrestre. Homero narra: “Bueno, todo empezó en un club Gentleman, a donde hablábamos de Wittgenstein mientras jugábamos Backgammon”. “Señor Simpson, mentirle al FBI es un delito”, le advierten los investigadores. “Estaba en el auto de Barney comiendo bolsitas de mostaza, ¿contentos?”.


Tom Wolfe. El padre del “nuevo periodismo” aparece en un capítulo junto a Gore Vidal y dos de los más reconocidos narradores norteamericanos de la nueva generación: Jonathan Franzen (autor de Las correcciones) y Michael Chabon (premio Pulitzer y autor de Chicos prodigiosos). En dicho capítulo, Moe descubre que tiene aptitudes para la poesía. Por otro lado, en la vida real, Tom Wolfe ha declarado que éste es el único programa televisivo que ve.

Se dice que fue Octavio Paz quien afirmó que Los Simpson “nos resumen”, y la expresión abarca tanto nuestro comportamiento social como nuestras referencias culturales. Un clásico –lejano o contemporáneo– puede constatar su influencia si ha salido en la serie, desde el simple nombre del capítulo (“Bart in darkness” se llama así en alusión a Heart in darkness de Joseph Conrad) hasta su aparición como personaje (un Stephen Jay Gould, capaz de decirle a Lisa: “No me hice científico para ganar dinero. Lo que tengas –para pagarme– estará bien”). Los poco más de 420 programas de Los Simpson no sólo han constituido la comedia humana por excelencia de esa transición que va del siglo XX al XXI, sino que han conformado un cúmulo de cosas que hemos aprendido sin darnos cuenta: un compendio singular de música, literatura, televisión e historia. Finalmente, después de 20 años, Springfield nos deja el mismo sabor del mundo: es horrible y está lleno de gente indeseable, pero es el único lugar del universo donde los guardias de seguridad leen a Víctor Hugo.

Publicado por Laberinto de Espejos