lunes, 21 de septiembre de 2015

ACABANDO CON LAS ESTADÍSTICAS.

GRUPO DE PRIMER CUATRIMESTRE DEL PLAN EJECUTIVO EN LA UNID SEDE CARMEN.

Cuando de promover la lectura se trata, es complejo entrar de lleno en el ejercicio mismo. Considero que hay muchos contratiempos y prejuicios que dificultan la labor que tratamos de realizar los promotores de lectura.
El ejercicio se hace un poco más llevadero cuando se trata de un asunto académico en el que podemos realizar cierta forma de chantaje, pero pierde encanto cuando se descubre que en realidad se cae en una rutina obligatoria para el alumno; por eso, estoy plenamente convencido de que la mejor forma de involucrar a los estudiantes en el ejercicio libre y espontáneo de la lectura es dándoles evidencias de lo placentero que resulta la actividad.
En el grupo de Comprensión Lectora, lo primero que he tratado de hacer es quitarles el peso de que todo lo que lean lo deben comprender a la perfección, porque si no, serán enjuiciados y ejecutados en el paredón.
Este sábado pasado, tuvimos el gusto de caer en  la asombrosa realidad de que se leyeron veinte libros en veinte minutos, eso sería suficiente para acabar con algunas cifras que proporciona la encuesta nacional de lectura, como las que podeos encontrar en este artículo de la publicación electrónica de PIJAMASURF: México y la lectura.

 
Al principio de la actividad los muchachos se sorprendieron al ver que de mi bolsa librera sacaba libros y más libros, la sorpresa se tornó mayúscula cuando le di un ejemplar a cada uno y, el colmo llegó cuando les dije que tenían veinte minutos para leer el libro completo. Todas y todos quedaron sorprendidos al darse cuenta del contenido de los libros y de que veinte minutos, tal vez era demasiado tiempo para el ejercicio de la lectura. Los comentarios (síntesis verbales) fueron muy atinados. Ellos seguían sorprendidos, felices y sorprendidos porque nunca habían leído un libro completo, y menos en veinte minutos. Solamente les aclaré que si esos libros los hubieran comprado, posiblemente serían parte de las estadísticas "oficiales", pero como fueron libros prestados, no contaban para la Encuesta Nacional de Lectura; sin embargo, de acuerdo a la misma encuesta, solamente les hacen falta un par de ejemplares para que sean mexicanos extraordinarios.
Bueno, este próximo sábado ya esperan leer otros libros. Me comunicaron que quieren ser tan lectores como en Europa o en Estados Unidos de Norteamérica. Lo único que puedo decir es que de un sábado a otro, cambiaron su forma de pensar respecto a la lectura y el peso que implica la comprensión lectora.
Por cierto, los libros eran de la colección "Alas y Raíces" de CONACULTA. Libros para niños, libros pequeños, libros breves, libros de un solo cuento, libros delgados, son libros, ¿o no? Ah, y cada uno cuesta más que una canastilla de cervezas.